martes, 3 de julio de 2012

¿Reválida de qué? La reforma que la enseñanza necesita



Tras los planes de reforma educativa anunciados por el ministro Wert, uno se pregunta qué es lo que en verdad pretende este Gobierno en materia de enseñanza. Si por algo se caracterizó don José Ignacio desde que se hizo cargo de su cartera, fue por proclamar, muy alto y muy claro, una obviedad: la muy deficiente calidad de enseñanza que existe en este país. Sin embargo, hasta el momento sus mayores afanes y desvelos tuvieron que ver con los recortes, tratando de explicarnos lo inexplicable, es decir, que más alumnos por aula y menos docentes en los centros no significaba merma alguna en el proceso de aprendizaje. Toda una cuestión de fe.


Y hace muy pocos días nos sorprendió con sus «innovadores» planes de reválida. Si damos por hecho que las susodichas pruebas serán acordes con los conocimientos alcanzados en las distintas etapas, a lo que estamos asistiendo es a un ejercicio lampedusiano, por lo demás, muy torpe. Se trataría, muy al contrario, y el señor Ministro lo sabe muy bien, de que los conocimientos adquiridos por el alumnado aumentasen, no de dejar las cosas como están, con un examen que valide el actual nivel de aprendizaje que, según se certifica de continuo, es manifiestamente mejorable.


Así las cosas, el Ministro que declaró que era irrenunciable modificar a fondo un sistema educativo tan desastroso como el actual, apostando por el esfuerzo y por la excelencia, saca de la chistera una planificación lampedusiana que es toda una garantía de que las cosas sigan igual.


Sería una injusticia inaceptable no elevar el listón de exigencia en los programas y que luego les esperase a los examinandos la criba de una prueba dura. Habría que saber, por otro lado, dónde se celebrarían esas pruebas de reválida y quién las corregiría.


Con o sin reválidas, los planes de estudio necesitan ser reformados a fondo. Por otro lado, hace falta que cambie el ambiente en las aulas, de tal modo que se puedan transmitir conocimientos e impartir clases en condiciones dignas. Es decir, que se arbitren soluciones, reales y no burocráticas, para aquellos alumnos y/o alumnas (siempre una minoría muy exigua, en contra de lo que a veces se dice), de tal modo que no se pisotee el derecho del profesorado a impartir clase y, sobre todo, el derecho del resto del alumnado a recibirla. Hora va siendo ya de que se arroje la demagogia al contenedor. Lo progresista no es el caos en las aulas y el miedo al conocimiento. La enseñanza obligatoria y gratuita hasta los 16 años fue una medida plausible y socialmente avanzada, lo que pasa es que se encuentra huérfana de medidas correctoras que ya es momento de poner en práctica. Y lo que anuncia el señor Ministro parece estar muy lejos de ser una solución.


Y, aunque nadie parece recordarlo, creo que fue en 2002 cuando la última ministra del ramo gobernando Aznar, doña Pilar del Castillo, propuso implantar pruebas de reválida, medida que no llegó a llevarse a cabo.


Se diría que el PP y el PSOE, el PSOE y el PP, también en materia educativa, propenden a imitarse a sí mismos. Y así nos va, don José Ignacio, así nos va.

Jitanjáforas Estampas del nomadismo urbano



La gente sin techo y que carece de suelo fijo está obligada a practicar el nomadismo urbano por múltiples causas, como que los vecinos de la plaza en cuyos bancos duermen, cuando anochece los vayan ocupando por turnos, hasta que, cansada de no poder tumbarse, tenga que irse en busca de otro dormitorio, o porque reciba amenazas de los habitantes del barrio que no quieren ver chusma cerca de sus casas, o debido a que la parte de la ciudad en la que pasaban la noche empiece a estar muy vigilada por las roturas frecuentes de los cristales de las tiendas y, en consecuencia, tema que en algún momento la hagan tragarse el sapo de ser inculpada de todos los delitos cometidos por la zona, hasta de haber intentado llevarse las tapas de todas las alcantarillas y los adoquines de las aceras. 


A nadie le importan las necesidades y carencias de esta población superflua, de más, sobrante, gaseable, y nadie piensa dónde se lava el cuerpo y sus ropas, porque casi todo el mundo está de acuerdo en que es una pandilla de guarras y puercos, cuyo hábitat natural es la suciedad más mugrienta y que lo de darse un baño o una ducha o ponerse ropa limpia a diario les resulta tan ajeno como a los gatos afeitarse el bigote y a los espíritus impolutos y puros cambiarse de túnica. En cambio, el hecho de sorprender a una joven, cargada de bolsas con todas sus pertenencias, haciendo aguas menores entre dos contenedores de basura puede provocar un linchamiento verbal muy ruidoso y, en el caso de que alguien diga que no tiene otro remedio, porque en los bares no le dejan utilizar el servicio sin consumir y, en muchos casos, ni poner un pie dentro del establecimiento si pretendiera calentarse el estómago con un café y, además, los excusados públicos cuestan dinero y son, por tanto, un lujo imposible para ella, el alboroto se convierte en griterío y la persona que trata de explicar los porqués de que haya quien no tiene otro recurso que el de aliviarse vejiga e intestinos en la calle, es tildada de loca, defensora del salvajismo, de la vuelta a los bosques y a la cuevas, y si agrega que seguro que los presentes ven con absoluta tolerancia a los hombres orinando en la playa contra el muro, sin llamarlos inciviles, recibe un abucheo, acusándola de confundir el crepúsculo con el escrúpulo. En tanto, la chica se había ido con su cargamento de enseres, sin abrir la boca, envuelta en el silencio digno de las víctimas frente a sus verdugos, como Jesús ante Herodes. Unos días después, estaba en un parque, remojando en una fuente unas prendas, callada, aguantando los insultos de varias mujeres que la acusaban de haberse quitado el sostén y las bragas, sin importarle que hubiera niños, y de ponerse, con toda desvergüenza, a pasarlas por el agua donde bebía la gente. Eran mujeres furibundas, que hablaban con la lengua del odio y la falsedad, porque la joven nómada se había quitado su ropa interior con una pudibundez y discreción inusitadas, y los niños están hartos de ver en la playa senos al aire y a sus propias madres cambiarse de biquini sin remilgos, y estaba claro que el chorro del surtidor no podía envenenar a los perros, sus habituales bebedores, porque ella mojara allí sus prendas íntimas.


La encontré de nuevo en una calle peatonal, ofreciendo con timidez y casi ruborizada unas hojas de papel, arrancadas de un cuaderno de espiral, escritas a bolígrafo. «Una poesía por la voluntad», decía en un susurro apenas perceptible, como una niña que, en su primera confesión, se acusa de un pecado mortal. Le pedí una y le di el dinero. Me dio las gracias y me contó que solo un chico se había llevado otra, pero no para leerla, sino parar recoger de la acera la mierda de su teckel, que era muy guapo. La mía llevaba por título «Pitofatio».


«Arzoabispa Obiscopio


Vectigalisvejamento


Cuajarena Noctiamanda


Nereidiana Albornozosa


Peruelo Vis Punzocor


Rosiniger Silenquedo».


Me quedé como Edit, la mujer de Lot, sobrino de Abraham, convertida en estatua de sal, porque aquello eran jitanjáforas, juego de sonidos, poesía pura, intraducible, misteriosa que le dice a cada oyente y lectora lo que quiere, poesía juzgada por los bobos como mamarrachada que desprecian, porque, según ellos, no se entiende y dicen lo mismo que el comisario de policía parisino a sus subalternos, instándolos a vigilar a los escritores inquietantes que hacían tertulia en el café Bac y, sobre todo, al llamado Mallarmé, ya que él había leído varias cosas suyas y no comprendía ni papa de ninguna de ellas, por lo que era especialmente peligroso.


Me repetí fascinada que lo de la chica nómada eran jitanjáforas como las de Mariano Brull, poeta cubano que supo utilizar como pocos el hecho de que las palabras suenen, canten, tengan su música, y creador del término «jitanjáfora», que da nombre a este alegre divertimento y emplea en un poema que deja a las niñas pequeñas y a los niños, que no están contaminados por adultos mentecatos como ese comisario de policía de París, igual que si los hubiera encantado un hada, y de igual modo se quedan también las personas mayores que no perdieron su infancia y saborean con placer y alegría, igual que si se tratase de caramelos, estas palabras mágicas: «Filiflama alabe cundre ala olalúnea alífera alveola jitanjáfora...».


Sigo lamentando haber sido tan estúpida por no haber querido todas las demás hojas del árbol de la poesía de la chica nómada que tenía la voz ronca de fumar y llorar mucho y que me dijo que se llamaba Lía. Lía era el nombre de la hija de Labán, una de las esposas de Jacob, la que tenía los ojos tiernos como ella.

Hace falta menos demagogia

En defensa de la sanidad y la educación públicas frente a los planteamientos de la patronal asturiana


 Antes de que el Partido Popular llegara al Gobierno oía decir frecuentemente en las críticas que hacía a las reformas del Ejecutivo de Zapatero que no se abordaba «el problema de fondo». Al mismo tiempo el PP aseguraba que no se iban a tocar los dos grandes sustentos básicos del Estado del bienestar: la sanidad y la educación. Falso, como estamos comprobando. Yo seguía sin saber a qué se referían cuando hablaban, el PP y la patronal, del «problema de fondo». ¿Quizás el endeudamiento de los bancos?, pensé con el devenir de los días. Pero ahora leo las declaraciones de García Vigón y resulta que abordar el «problema de fondo» es recortar gastos en sanidad y educación. 




Es claro que al señor García Vigón no le afectan esos recortes, aunque tampoco creo que le afecte la subida del IRPF. ¿Hasta dónde puede llegar el cinismo de ciertas personas que hablan de recortar «para mantener en el futuro la calidad de prestación adecuada»? ¿Qué es para el señor García Vigón una «calidad de prestación adecuada»? Dígalo, dígalo claramente, usted puede pagar la sanidad privada y la educación privada, quizás lo esté haciendo ya, y, por lo tanto, considera que es tirar el dinero dedicarlo a servicios de los que usted no se beneficia.




Gracias a esta sanidad pública que le parece un derroche, si usted o alguien cercano a usted, mañana u hoy, necesita el trasplante de un órgano, pongamos por caso, tendrá usted la seguridad de que dicha operación será hecha con las mayores garantías, gracias al funcionamiento de esa sanidad que usted quiere cercenar (si usted tuviera que acudir a la sanidad privada, mucho me temo que no tendría las mismas garantías, aunque tuviera dinero para pagarla). El ejemplo en educación, soy consciente, no puedo ponérselo, porque es evidente que en la enseñanza pública no le darán a sus hijos una educación «de clase», sino una educación solidaria y en unos valores que quizás a usted no le interese inculcar a sus descendientes (en cuanto a los conocimientos, puedo asegurarle, sin miedo al error, que no le está a la zaga). Hasta ahora la medida de fondo por excelencia que tomó el Gobierno de Mariano Rajoy, la cual, según los empresarios, iba a ponernos en el buen camino para salir de la crisis, sólo ha servido para aumentar el trabajo de los jueces (en muchos Juzgados de lo social las demandas por despido se duplicaron). Seamos sinceros, aquí estamos al grito de «sálvese quien pueda», es decir, aguantar la que está cayendo con las menores pérdidas posibles, la única diferencia es que los que defendemos los servicios públicos básicos para todos, estamos incluyendo a todos, incluido a García Vigón, y a los que dan vivas a la reforma laboral, evitando la mengua de sus capitales a costa de la ruina de muchos. No hagamos demagogia, entonces, cada uno se defiende de la manera que puede, no se trata de guiñar o no guiñar el ojo, son cosas bastante más serias.

Kleroterion o Diputados a Voleo….







““350 diputados y 208 senadores, elegidos por sufragio universal cada cuatro años para votar como un solo hombre los designios de sus respectivos partidos. ¿Es esta democracia la mejor posible?, ¿es la única posible? Unos científicos italianos han demostrado que el sistema sería más eficiente si un determinado número de legisladores (no todos, de momento) fueran escogidos al azar entre todos los ciudadanos en lugar de ser elegidos en las urnas.
Antes de que alguien piense que se trata de una broma, vale la pena hacer dos aclaraciones: 1. La democracia por azar ya se utilizaba en la Grecia antigua para evitar la corrupción de los detentadores de los cargos, y 2. Un estudio previo asegura que el azar es la mejor herramienta de promocionar trabajadores dentro de una empresa.

Probablemente será más ajustada a la realidad social la decisión que tome una "muestra" de individuos seleccionada aleatoriamente. ¿O no?