"En la calle no está nadie porque le guste", explica Miguel. "Somos personas, como todo el mundo, que tienen sus principios y su valores, y también, claro, sus defectos". "Y sus virtudes", añade su amigo Paco. Ocupan dos sillones en el salón de una Casa de Acogida de Cáritas, flanqueando una foto en blanco y negro de una mano con una moneda de un euro y un lema bajo ella 'Mi salario'.
La exposición 'Hacer visible una realidad invisible' surgió como un proyecto del Centro de Día para Personas sin Hogar de Cáritas Granada. Un taller de fotografía en el que los usuarios del centro hacían fotos de su propia vida cotidiana y las de otros compañeros de la calle, que acabó convertida en exposición a medias con el fotógrafo profesional que les hizo de monitor. Una treintena de retratos que se mostraron al público por primera vez en la Curia metropolitana y luego han estado rotando por toda la provincia.
Paco y Miguel con una de sus fotos.| Jesús García Hinchado
"Nadie está en la calle porque le guste. Hay gente con adicciones muy graves que no permiten que les ayuden"
Se calcula que cada persona pasa de media por dos o tres situaciones de las que los psicólogos llaman 'circunstancias estresantes vitales': pérdida del empleo, rupturas sentimentales, enfermedades graves o pérdidas de un ser querido de manera violenta. Entre las personas que viven en la calle esa media sube hasta ocho, y suele incluir situaciones de maltrato o adicciones graves.
¡El que no me conozca, que no me trate mal'
"Hay gente que se sorprendía al ver fotos de un señor durmiendo en un cajero. Cuando lo tenían al lado no lo veían"
El recorrido de Miguel es más amplio. Empezó en León, ha vivido casi tres años en la calle, participó en la vendimia y se movía en busca de trabajo pidiendo en las estaciones para poder subir al tren. "Creo que yo he nadado contra corriente. Cuando me vi en la calle, me quite de bebe, ni mucho ni poco. Si no, la calle me podía haber destruido".
Les molesta que la imagen sea "la del que duerme con el cartón de vino", aunque reconocen "que hay situaciones de gente que no es capaz de salir de ahí". Como 'veteranos' en la Casa de Acogida, donde los tienen por modelo de conducta, saben de lo que hablan. Han visto a amigos a media rehabilitación volver a la calle y destruirse por el camino.
"Lo que valoramos es que nos hablen y nos traten con un respeto, como a cualquiera. ¿Se creen que nos gusta? ¿Qué el que no trabaja es porque no quiere? La diferencia entre los alcohólicos de aquí y los de fuera es que a esos luego los recoge alguien, y los que se quedan tirados en la calle no tienen a nadie". Y sentencia Miguel: "¿yo le digo algo? El que no me conozca, no se haya parado a hablar conmigo, que no me trate mal ni me critique. Se retrata él, no a mí".